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Complément d'informations culturelles et artistiques sur l\artiste
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Para más allá de un hedonismo saludable y de una oda dirigida a la diosa-mujer, desde hace casi cinco décadas, Jean-Baptiste Valadié persigue la perfección (a menudo a través de un simbolismo potente) en un estudio pertinente del cuerpo humano en sus abandonos, en sus momentos de descanso, de serenidad o de generosidad. Porque Valadié es un artesano perfeccionista que basa su expresión pictórica (y gráfica) en un clasicismo que ha sabido subyacer desde principios de los años 60 en investigaciones sobre el juego de la luz y la armonía (perfecta) entre colores primarios, vibrantes de vida, procedentes de sus viajes (México, Indonesia, África).
Nacido en Brive-la-Gaillarde en 1933, Jean-Baptiste Valadié da sus primeros pasos artísticos en París en la escuela Charpentier, en Montparnasse. Luego, durante cuatro años, fue alumno de Artes Aplicadas, mientras ejercía también sus talentos de dibujante alrededor de la Place du Tertre. En los años 50, que aún no resuenan con llamados a la revolución, el joven sueña con viajes y países con colores más vivos que los generados por el gris parisino.
Durante su servicio militar, expone en Argel, donde encuentra el éxito y regresa a París para conquistar a galeristas y comerciantes que puedan ofrecerle el placer de sumergirse finalmente en la realidad de otros lugares a los que aspira.
Y así es como realmente comienza la carrera de este artista sensible, con un trazo notable y una discreción respetuosa.
Exponiendo rápidamente tanto en Estados Unidos como en Japón, completa su paleta creativa convirtiéndose, a lo largo de los años, en un adepto del grabado en cobre y la litografía en piedra. Una vez más, se revela perfeccionista, talentoso y sabe perfectamente cómo utilizar las nuevas técnicas adquiridas para explorar aún más sus propios placeres como pintor.
Desde México hasta Sudáfrica, desde Honduras hasta Bali, enfrenta su paleta a los colores de la realidad y allí "instala a sus mujeres". La mujer, esa figura divina que ha representado durante casi cincuenta años como si solo ella albergara una legendaria perfección que ilumina el mundo. Pero un mundo que, desafortunadamente, ya no la ve como Valadié, él todavía sabe cómo pintarla: altiva, recta, serena, reinante.
Junto a sus musas, Valadié también es un gran paisajista, capaz de sumergir un paisaje clásico en un flujo de tonos cálidos, respondiendo unos a otros, acordándose como diversos instrumentos que encuentran juntos la armonía. Basta con ver sus "Venecias" azules para entender que es capaz de reinventar una ciudad, solo iluminándola con una nueva sensibilidad.
Viviendo ahora entre la Provenza (donde se instaló desde 1986) y Marruecos, Jean-Baptiste Valadié continúa con sus creaciones, continuando, pacientemente, recorriendo el camino de sus deseos.
Jean-Baptiste Valadié está registrado en I-CAC (Índice de cotización de artistas certificados)
(c) Natacha PELLETIER para PASSION ESTAMPES
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